PROBLEMA TERRITORIAL

En España se habla mucho del “problema territorial”, pero si quiere entenderse, y más aún solucionarse, lo primero que hay que hacer es cambiarle el nombre. . Y llamarle como lo que es. En efecto, los territorios no tienen problemas entre sí. Son parcelas de mundo formados por tierra, piedras, montañas, si se quiere flora, barrancos y otros accidentes. Ni piensan ni sienten. A veces hay problemas en los territorios, como puede ser su contaminación, la inestabilidad del subsuelo, movimientos teutónicos y cosas por el estilo. Estos son problemas territoriales y no aquello a lo que en España se le da este nombre. El mero hecho de usarlo para denominar lo que con él se quiere decir ya denota una verdadera toma de postura del sujeto y toda una perspectiva que no dice mucho en su favor: el olvido de la gente. Con el término “problema territorial” se quiere pasar por alto, disimular, que los territorios están habitados por personas, y al denominarlo así quien usa el término ya demuestra un evidente desprecio por la población. Los problemas que pueda haber serán siempre problemas entre los habitantes de los territorios, la gente, las personas. Pero, ¡ay! un conjunto de personas que habita en un territorio es algo que se quiere esconder: es una colectividad, una comunidad, un pueblo. Llama la atención que quienes han inventado y usan más frecuentemente el término se llamen “constitucionalistas” porque la Constitución no habla ni califica a estas realidades como “territorios”, no es tan mezquina; los considera “nacionalidades y regiones” en algunos lugares, “pueblos” en el Preámbulo y “comunidades” en otras. Los Estatutos de autonomía son leyes orgánicas aprobadas por el Congreso español (su parlamento). Las leyes orgánicas son superiores a las demás leyes y requieren una mayoría reforzada para su aprobación. Algunos de ellos incluso deben ser refrendados por los pueblos respectivos. Pues bien, estas leyes del parlamento español definen a las diversas realidades colectivas a que se refieren y existen en España recomo nacionalidades o como regiones, nunca como territorios. Porque la Constitución, y en general todas las leyes, regulan relaciones entre personas y no entre piedras o peñotes. De manera que lo primero que uno debe saber para abordar el “problema territorial” en España es que no es un problema territorial. Es una cuestión entre colectividades o comunidades, entre nacionalidades y regiones y, sobre todo, entre gente. Es un problema nacional. Por tanto, denominarlo “problema territorial” supone ya, por este solo hecho, la toma de postura de quien lo emplea de no querer reconocer que existen colectividades, comunidades o, como dice la Constitución, nacionalidades y regiones. Se trata pues de un problema nacional. Quien lo denomina así no puede entender nada, sin duda no quiere entender nada, y por tanto no puede solucionar nada.

Conclusión: Con la expresión “problema territorial” se refieren los españoles al problema nacional y lo usan para enmascararlo.

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